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-- 116 - sólo puede existir en un alma honda– A et; tu d de mente poseída por la religión. Al lado ambos santos. de s. Leandro se vé, un robusto y gra- cioso ángel, que sostiene la mitra del santo arzobispo, pintado con admirable fuerza de claro oscuro y con fluidez tan sorprendente, que, á pesar de hallarse colocado en la parte más sombría del cuadro, aparece no obstante con un co– lorido brillante y con un vigor indeci– ble. Tiene S. Leandro en la mano dere– chf). un pergamino con esta inscripción: Credite, o gothi, consubstancialein Patri; y en las de S. Buenaventura se ve Ún templo, que asienta sobre un gran libro. Está el último aanto vestido de hábito capuchino, y - tiene puesto un capelo cardenalicio pintado con sin igual acier– to y maestría, así como el pontifical que viste S. Leandro. Las manos de este son también dignas de especial mención por la verdad y soltura con que están ejecutadas. Los siete cuadros bosquejados forma– ban la parte alta del altar mayor; pero debajo del gran cuadro de la Porciún cula, en un espacio que existía entre él y el pl{ln de altar, á los lados del mani– festador, por la parte de arriba, estaban la famosa Virgen de la Servilleta y otro cuadro de tamaño parecido, represen– tando )a santa Faz, ó el rostro de Jesús en el lienzo de la Verónica. Este, que El d 1 era de un mérito extraordinario, des– ta F!z.ª •~n- apareció durante la invasión francesa, y hoy está en Surrey, (Inglaterra) en