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CAPÍTULO XI De la UI tilT\O enterinectad u diCliOS0 muerte del v. rrav Antonio o Be enciende la antorcha para 0cul– tarla de la vista de los hombres, di– . Sus buenos ce Cristo nuestro bien por San Mateo; e¡emplos. enciéndese para ponerla sobre el cande– lero, para que así dé luz á todos los que en la casa habitan; y esta sentencia del Señor la vemos cumplida en el Padre Fray Antonio, que brilló en la religión como antorcha verdadera. La antorcha tiene dos propiedades: una lueir y dar luz á todos; otra consumirse y poco á poco apagarse; y ambas las tuvo el Pa– dre Fray Autouio. La primera, porque dió clarísimas lu– ces de virtudes admirables; por lo cual de ordinario lo tenían los Prelados de fa. milia en las easas de noviciado, para que con el ejemplo de sus virtudes se edificasen los novicios y se animasen á seguirlas y así saliesen perfectos religio– sos, que fuesen después crédito y lrnnra Era una ima- de 1~ ~rovincia. A~lmiraban, pues, los gen de N. P. nov1c10s en él una imagen de Ntro. Se– s.. F. ni.fi.co Padre San Francisco, siendo un conjunto de las virtudes todas; y al ver en él, ya la compostura del hombre ex– terior que registraban, ya la santidad

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