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- 73 - i;--:.:s-.:&.:si~~~.:S:.:S--:S:-@.@.~ espiritual que trataba de lo mismo. Es- tas eran sus p:áticas y no otras, y cuan- No hablaba, do hablaba, era como violento y porque sino de Dios. los religiosos lo buscaban para su espi- ritual consolación. No sabía hablar de otra cosa, eino de Dios, porque lo que tenía en el corazón salia á los labfos, y como enamorado de Dios, &olo de Dios hablaba, porque quien de veras ama á su Majestad, de su Majestad habla, y todo lo que no es Dios le desagrada. No por es :o se hacia odioiso ni pesado á las Comunidades donde vivía, antes sí, to- dos lo amaban como á Padre, estima- ban y 9.preciaban su virtud; porque to- do este- lo acompafiaba con una candi- dez tan sencilla y con una sinceridad tan de paloma, que nunca juzgó mal de alguno antes bien, á todos los tenía por santos y los vennaba á codos corno Ri ±uernn unos ángeles en el mundo. (Id. 1149). Eso no obst:inte, como á la virturl nunca le falta al¡::;-tma contradicció;1 y los que qui.eren vivir piodosamente en Cris– to, sÍ)4 u:encio la virtud, han de pndecer persecución, según afirma el apóstol, nadie extrafíará que el amor á la sole– dad y retiro que tenia el Padre Anto– nio, fuera algu::rns veces perseguida. Sucedió, pues, que viendo algunos disi– pados aquel retiro, aquella soledarl y ac¡uella ansia que este siervo de Dios tenía por estar siempre sólo, lo atribu- L T yeron, ll·) á virtud, sino á inhabilidad; y por :s~~ 1 ican !¼SÍ lleg;aroo á decir que, porque 110 era !Q

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