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- 70 - cias al Padre Fray Antonio, pidiendole Visita por con rendimiento que fuese á visitar á obediencia á su esposa· pero el siervo de Dios cou una enferma. ' , . cortesana respuBsta se excuso, sm poder com,eguir de él otra contestación, sino que más le aprovecharía á la enferma la oración hecha por ella en el retiro, que no la visita por él ejecutada: hasta que valiéndose el Marqués del prelado, éste le mandó que fuese. Ob0deció al punto, salió del convento, llegó á la casa del Marqués, díjole á la enferma unos evan.• gelios exhortándola á la paciencia y con– formidad con la voluntad divina, y al punto se volvió á su convento, ansiando Recobra és· por su retiro. Mejeróse la enferma, y ta la salud. l d aunque era tan sumamente e evota e los capuchinos y seflora de tanta ma– jestad, no pudo conseguir con el Padre Fray Antonio que volviese á verla, aun– que para conseguirlo hizo extraordina– rias diligencias, recados y súplicas, res– pondiendo á todo el siervo de Dios, que á los enfermos más h:s aprovechaban las or,1ciones, que las visitas, porque éstas solían molestarlos, y aquellas los aliviaban. Muchas veces venía al convento el referido Marqués, con deseos de verlo y hablarle, y le decía al portero que no le avisase, porque tenía por infalible Grati~ud de que se le había de excusar. Entrábase st1 mari d o, <:on silencio á la huerta, en cuyas i,oli– tarias capillas solía estar el siervo de Dios en 0ración., y allí de improviso lo saludaba. Pero si el Padre Fray Auto

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