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- 49 -- Em.ª, suplicándole se dignase admitir aquella demostración con qne la Provin- nenevelencia cia había determinado manifestarle sn del Cardenal. agradecimiento. Mncho apreció el Santo Prduo.o la oferta, y la adrniti.ó benévolo. Llegó el día para esta función señnlado; en nuestrn Iglesia se había erigido un magnfico túmulo y aquella niafiatJa se vino S. E. más temprano que los ante- riores días, acompañado de sus familia- res; porn luego que se entró en su cuar- to, mandó que se retirasen toilos á su palacio, como lo ejecutaron, ú excepción de un capellán que se quedó para acom- pañarlo. Vinieron luego los RR. PP. Definic.ores á B. L. M. á su Eminencia y éste los recibió con singular agrado, diciéndoles que por aquel día era Capu- chino y había d,:i comer en el refectorio con los religiosos. Sabi¿o esto, se aderezó la mesa tra– viesa, s= nó con la obstentación debida á su dignidad, por lo m0nos con la ma– yor decencia y primor que cupo en nuestro pobre. estado. Acabada la fun– ción de Iglesia con un responso, que puso fin á las honras, se hizo la sefial para cor..1er; avisósele á Su Eminencia y éste dije que entrase la Comunidad sin detenersa, que él iría luego que acabase lo que estaba haciendo. No se quisieron detener ~os Padres, porque ya habían experimentado que le' daban pesadum- bre, si usaban con él de ceremonias; y 8 ·f d así, dada la bendición de la mesa, se h~mf1á°a~~ ª sentaron. S1;i Eminencia, quitándose el 7

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