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- 374 -- y mañ3, adquirió los mayores créditos de sus exhorcis- virtuoso, especialmente por la singnlarí– mos. sima gracia que tenía en el uso de los exhorcismos, á cuya eficacia le obede– cían pronto los espíritus malignos. Sucedió pues un día, que exhorcizando á un energúmeno, queriendo Frny Juan avei·gonzar al infernql espíritu, empezó á zaherirlo, diciéndole: Non te pudet? Non te pndet? Esto es, no te dá vergüen • za? No te llenas de confusión? Apenas profirió Fr. Juan esta breve cláusula, cuando el infernal espíritu con voces des– templadas, respondió en latín lo que aquí ponemos en español: 1.ro me aver– giienzo, y tú.? OJ°alá que el Altísimo me diera licencia parn pregwntarté yo á ti; mas ay! qne no puedo pasar adelante. Palabras fueron estas que cual flecha penetrante atravesaron el corazón de Fr. .Juan, porque como él sabía el mal estado en que se hallaba, entendió lo que el demonio quería decirle, y no profería por no permitírselo el Altísimo. Por esta razón Fr. Juan hizo dPspejar la Iglesia y quedándose sólo con el endernoni3.do , mand6 al eBpíritu inmundo, Cünjmán– dolo de nuevo, le declaras(? aquellas pa– labras que le había apuntado. A lo cual contestaudo eon voz tan sumisa y bnja que no la oirían oll'OS, aunque estuvie nm presentes, habló y dijo: Ahora me mnnda el Altísimo riue te lo diga. Tu me r querías decir que _,si uo me avorgonzubn .;tº ei 1 ;;n 1 i pa- <le que habiendo estado tan elevndo 011 el empfreu, hoy esté en el mús íufüno y

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