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- 343 - los PP. Capuchinos; llamó á la nifí.a pa- ra dársela, y como ésta espantada rehu- Apariaión sara acercarse, poniendo sobre una pie- de la Vil'f?ien. dra la carta y la cuf'rda, dijo la Sefí.ora: Ven por esto que dejo aquí, y desapa– reció. La nifí.a voló á contarle á su padre lo que había visto, y éste tomando de aquel lugar la carta y la cuerda las entregó al P. Bernardino. ¿De quién era la carta? ¿Quédecía?Esteesun secreto que se llevó á la tierra el V. P. fqndador. Solo se sabe, que 8 afios después, el de 1668, hecho ya el convento y establecida la Comunidad, se llevó de Sevilla una imagen de la Vir gen titulada de los Remedios, para colo– carla en el altar mayor; y al V{:lrla Leonor, que ya era moza, prorrumpió admiradí. sima en estas aclamaciones: ¡Esta es la que se me apareció! ¡Esta es la que yo ví! ¡Esta es la Señora de la carta para el Pa– dre Bernardino! De todo lo cual se le to– mó declaración bajo juramento por el tribunal eclesiástico; y comprobado este suceso, el pueblo aclamó por su Patro– na á la Virgen de los Remedios, que hasta hoy sigue siendo el consuelo de los buenos ubriqueñ.os . ~ rAunque no subemos lo que decía la carta misteriosa de la Señ.ora aparecida, se infiere cloramente que hablaría del sitio destinado por ella para fundar el convento; porque inmediatamente habló el P. Bernardino con el licenciado Bo- rrego y éste compró la huerta para edi- Empiezan las , - obras. ficarlc allí. Duraron las obras algún

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