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- 341 --- como en nuestro pretendiente mudaron del todo los intentos pues ni aquéllos Su vocación insistieron más sobre admitirlo, ni él de Capuchino se hallaba ya con aquellos fer~orosos deseos que al convento le habían condu- cido; por lo cual, hablando al preten- diente el P. Guardián, le dijo: Ya ha oí- Jo usted lo que este Padre ha dicho, por lo que le aconsejo que, restituyéndo- se á su casa, tenga siempre presente estas razones para corresponder agrade- cido á los divinos llamamientos, y apli- candose mucho al estudio de las virtu- des y lei,ras aguarde resignado en la vo- luntad divina el tiempo y fin para que Dios le tiene preparado. Alegre se resti- tuyó nuestro joven á su casa, sin volver á sentir jamás aquellas continuadas an- sias con que vivía de profesar el estado religioso. Continuó sus estudios, llegó á ser sacerdote, y después beneficiado de la Iglesia parroquial de Ubrique, donde pensaba fundar un convento de religio- sos, para que con su doctrina y ejemplo tuviesen sus compatriotas motivos y medios para adelantarse en el camino de la perfección, Resuelto ya á esta empresa, dióse á pensar detenidament6 á cual de las reli– giones que en nuestra Espafía se cono· cen ofrecería, para que lo habitasen, el conveoto que iba á edificar. En esta de– liberación se hallaba aquel generoso co- ra½Ón, ruando llee:ó á sus oídos la noticia D . 1 b '~-' , esea. R rar• de la fundación que para los Capuehi- nos con·vento nos pretendía el Duque hacer allí; pe-

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