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- 334 - ti,-:~.:.S:-S:-~.:.S:-.:.S:-S:-.:.S:--$:-~S:-:J cama y pidió los sacramentos, aseguran– Su dicho•a do que aquella noche se moriría. Se muerte. confesó generalmente y recibió el santo viático con tanto fervor que éste lo puso encendido como si tuviera fiebre muy alta. Pidió la extremaunción, y Fe des– pidió de los religiosos, encomendáudoles mucho la ob,;ervancia de la Regla Será– fica; después recogió sus poteucins y sentidos para no ocuparse más que eu Dios; y en un deliquio amoroso, sin do– lores, sin penas, y sin enfermedad co– nocida, voló al cielo á celebrar el naci– miento de su Reina, al mismo tiempo que la Comunidad empezaba en el coro los maitines de aquel dí:i, con su her– moso invitatorio: Nativitatern Beatae Virginis Mariae celebremu9; Christum ejusfilium, adoremus. Celebremos la Na– tividad de la bienaventurada Virgen Ma– ria, y adoremos á su hijo Cristo, Señor nuestro. Si la muerte es el eco de la vida, co– mo enseña San Agustín, preciso es con– .fosar que la vida del P. Hermenegildo debió ser santísima, pues su muerte no pudo ser más envidiable; y por eso es más de lam.entar que la injuria de los tiempos nos haya privado de conocer las heróicas virtudes de este siervo de su ~anta me- Dios cuya memoria 1)erpetuó la provin- moria. . d l . cm en un cua ro que reproc uc11110s eu el siguiente grabado:

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