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- 320 - ~-:S.-S:-S:-:S:-:S:-~.:.S:-.:.S:-S:-S:-'5:-.:.S:-<J <lado <le no volv<::n' á publicar este mila– Gratitu<l üel gro, que por tal lo reconoció. hasta qne enfermo, después de haber folleci,fo el P. Agustín, obligarlo por la obedioncia escribió lo que rlejamos referido, cuya certificación firmada de su mano se conservaba en el urchivo de la crónica de esta Provin– cia en tiempo del P. Córdoba, á quien debemos casi tonas estas noticias. Toda ¡:u vida la empleó este siervo de Dios en hacer guerra al mundo al demonio y á la carne; al mundo, con su desprecio propio, venciéndose á sí mismo, que es la mayor victol'Ítl; al demonio resistien– do á las tentaciones de !ns que salía coro– naflo de gloriosos triu11fos; á la carne Ci>ll la mortificación, pues, aunque desde muy pequeño cerró las puertas de sus exteriores sentidos, para que no pudie– sen hacer impresión ea 3U áuimo los de– leites sensuales; <lesde que tomó el hábi– to é hizo la profesión religiosa, tanto se empeñó en mortificarla, que como depu– siernn alguno~ religiosos que le notaron, siendo estudiante, en cu,ltt·o meses 110 bebió agua. Su;; disciplinas y otras V,lrias mortific:wiones ernn tan coudnuas, fJl18 debilitada su m1turaleza ap3nas llegó ú los B3 años de su edad; y babienrlo en tan pocos días caminado infatigable en la canera de la pel':fección religiosa •pi·– so el soberano Padre rle familias, con– cederle el premiu eterno de su temporal 8 ·t trabajo. Visitólc sn Majestad en el con ci~~~ peni en- vent¿ de Gr::rnada con una enfermedad aguda; y conocieudo el varon de Dios

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