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- 317 - el claro couocimiento que cabe en un viador de las divinas perfecciones, con- su observan– cibió tanto temor de perder á Dios, que cia por no desagradarle ni en la cosa más leve, no sólo no olvidaba los divinos preceptos, sino que jamás con adverten- cia faltó aun á la observancia de los• evangélicos consejos; y viviendo con toda esta vigilancia y desvelo para cumplir con sus obligaciones así. de cristiauo como de religioso, andaba siempre poseído de un teü:ior santo, y receloso de si ofendería en algo, al bien sumo, que debe ser sobre todas las cosas tan amado, corno temido; y de aquí le originaba el vivir siempre reti•• rado del comercio de las criaturas. Por todos los grados referidos, que son los que de la humildad escribe San Bernardo, ascendió nuestro Fr. Agustín á costa de la solicitud infatigable con que trabajó desde sus primeros afios, para adornar y enriquecer su alma con el tesoro de todas las virtudes; porque como de todas ellas es base y sólido fundamento la huwildad, puso tod0 su conato en adquirir con perfección esta virtud singular, y así no es mucho se elevase tanto el edificio agigantado de su perfección religios¡¡, cuando en tan profundos y sólidos cimientos cifró sus seguridades. Y queriendo Dios manifes– tar, cuán de su agrado era éste su sier– vo, premióle en esta vida mortel ~u hu- Sns geandes mildad profuq.cla y lo engrandeció com virtndes. dones soberanos, confhiéndole no sólo

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