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- 315 - defectos, no obstante que era dificultoso grndrnulos de culpa, para poder con tí- Su humilla· nuamente llorarlos y humillarse, porque ción. al que de corazón ama á Dios, nada lo humilla n1ás que -la memoria de sus pecados. El nono grado de humildad, es em– prender con generosidad las cosas que la obediencia ordena por dmas y áspe– ras que parezcan; pues, resistirse á lo penoso, rendüse á lo grato, y oponer– se á lo que causa disgusto, con pretexto de que no se puede, dista mucho de ser obediencia ni hmnildad. "B 1 undado en la práctica de este nono grado el siervo de Dios, obedeció hm ciegamente cuanto se le mandaba, por áspero que fuese, que causaba admin1ció11 ver la prc-ntitud con que rendía su cuello al yugo do la obe– diencia, sujetando su parecer y seutir al sentir y parecer de sus prelados, El grado dédrno de la hurnildad es perfección del antecedente, y consiste 110 sólo en obedecer prontamente en lo exterior los preceptos de los Superiores, sino en rendir tambié:1 su interior dic– támen al del que manda. Cuán exacta– mente cumplió el siervo de Dios Fray Agustín con lo que pide este décimo grado de humildad, para poseer perfec– tamente esta virtud, lo confirmó la re– signación pronta con que sacrificaba su parecer propio, no sólo al dictámen de los prelados, si110 al de sus iguales é 8 b .,. . • u. o eet1en· inferiores; porque era doctrma muy co-- cia. rnúu en sus la\Jios el decir que los pre•

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