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- 312 - ~ :S:-'-5';<.S:-:S:-,S:<S.-'8:-.:S:-'8:-'8:-.:S.-'-J decfalo con tanta prudencia, que dando el verdadero sentido á la proposición, la su modo de explicaba de modo que no pudiera ofen- hablar. derse ó sonrojarse el que habia el'rado; lo que ejecutaba así por evitar al próji– mo la vergüenza y :i sí mismo la elación ó motivo de soberbia. El quinto grado de humildad, consis– te en evitar la singularidad, obse1·vando la vida común, sin exceder ni apartarse en lo público de la observancia regular, porque buscar caminos extravagantes es exponerse al peligro de<lespeñarse. Cum– pliendo, pues, la soberana máxima que enseña este quinto grado de huniiJéiad, para que fuese sn virtt::d en todo herói– ca, huyó siempre de toda singularidad, en su porte y proceder exterior, obser– vando con puntualidad la vida común; pero cumpliendo al mimo tiempo con Pl evangélico consejo, aunque en lo exte rior siempré se manifestaba con todos familiar y alegre, procuró sin hacerse en esto reparable vivir retirado del comer– cio, así de los religiosos, como de los se– glares, para entregarse con más quietud á la oración. Y de noche, cual!do ya reconocía que se hallaban los religiosos todos recogidos, se bajaba á la Iglesia á otros sitios más ocultos y retirados, }' allí maceraba su cuerpo con stmgrientas disciplinas y otras mortificaciom,s, Lo mismo pructicaba en el refectorio, pues, S t .fi aunque asistía á él con la Comunida<1 y u mor I icrt- b , d , ción. toma a lo que a to os se repartia, con santa cautela ap:1rentaba que comía co·

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