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- 287 - ~~~:s.-.:s.--:s:-.:.s:~.:.S:-.5).:.$-:-~~ pl'imero, lo recibió el Duque estando de virrey eu Nápoles, donde le libraron los Lo libran de capuchinos de una muerte cierta. Fué, Ia muerte. el caso que amotinada la plebe por cier-. tos tributos que le habían impuesto, y creyendo que el virrey era el autor de ellos, asaltaron el palacio para matar al Duque, que estuvo eutonces en eviden- tísimo peligro de perder la vida, como de hecho la hubiera perdido en las san- grientas manos de aquella amotinada plebe, si 110 fuera por el amparo y favor que le dieron los capuchinos, ocultán- dolo, disfrazándolo v eximiéndolo de la muerte que aquel desenfrenado vulgo le procurabA. La ciudad se levantó en armas contra la dorniuación española, y fué preciso para reducirla á obedecer, desembarcar tropas de la armad,¡, la tifíó las rall\•S de la ciudad con la sangre de los rebeldes. Desde entonces, cansado el Duque de las luchas y trabajos de la vida política, se volvió á Espafia donde, para descan– sar de las pasadas tan·as, se retiró á su villa de Marchena, teniendo siempre eu su corazón la devoción de los capuchi– nos mostrándose con ellos cariñoso, y confesando los beneficios que de ellos había experimentado. Para correspon• der ií sus favorecedores, pidió el Duque al P. Provinci<ll ser él síndico ó her· mano que hospedase á los rapuch_i~~s, cuando iban á Marchena, pr_oposicwn se retir'a "la que fué admitida de los ~ehg10sos c~n vidit privada, mucho gasto. En este cariñoso agasaJo

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