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CAPÍ'i"ULO 111 se tcrminci el converüo ele CtKliz v se IK1ce lc1 cscriturn (icl 1x11nm.c110 D iei años contaba ya la fábrica del convento gaditano y aún no se es– Siguen las peraba en mucho más verla concluída obras . ' · cuando el Señor, quti todo lo dispone con suavidad y lo perfecciona todo con fortaleza, proveyó de medios para lle– varla á feliz término. Hallábase enton– ces en dicha Ciudad con el cargo de Ad– ministrador de los reales Almirantqz– gos el capitán Ju,m de Jáuregui, natural del Señorío de Vizcaya. Este ilustre ca– ballero estaba casado con la Sra. D.ª Isa– bel de Algorta, quic=mes entre otras hijas que tenían, nmaban con extremo á un pequeíío hijo, por ser el único varón que en su motrirnonio habían logrado. Asaltó á <'.,ste en aquel tiempo un ac– cidente tan agudo, que no pudiendo la debilidad del enfermo resistir lo recio de las calenturas, la actividad de éstas lo Medios pt'Ovi· iba consumiendo y amenazando su vida denciales. con el último fracaso. Mucho entristeció á los amorosos padres el ver que des– confiaban los módicos de couseguir el

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