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- 170 - la palestra, y verse coronado con la r1ia– dema del martirio. Trahtijos que Por aouellos días estalló en In,o-latena allí pttsó ·1 :-, lu revolución contra su Rev Carlos I, al que degollaron en público car1also. Los revolucionarios arrojaron de aqnel reino á los Capuchinos que habilaban el con– vento 4ue teníamos en Londres; la pt,r– secución se extendió á Irlanda, donde los Calvinistas que allí había prendieron á los Capuchinos, y entre los que apri • sionaron y pusieron en cárnel, uno fué nuestro P. Fe. Buenaventura de Q,uir– quenia, á quien por dos veces metieron eu prisiones; pero la segunda foé con tan inaudita crneldad, pm haber predi– cado contra Cal vino, que el calnb'1zo e11 que lo encerraron cargado de grillos y cadenas, era tal, que en él jamás se per cibía luz alguna, y tan estrecho, que ni en pié, ni acostndo, poctía estar allL sino medio sentado padeciendo un clilatulo y penosísimo martirio, que le sirvió de gloriosa corona. según piadosamente creemos. (Id. :272). Hemos querido insertar aquí la pre– cedente historia por dos razones: prime ra, porque el martirio'. del P. Buenaven– tura de Irlanda honra á esta· Provincia que fué su madre; y segurnla, porque comtando en el libro de profesiones que la hizo en esta provincia el V. P. Fray Buenaventura. v 110 constando en lns ta- s ( . . bias dd los difu;1tos su muerte, era dar u n1ar -11·10 • p • • motivo para .sospechar o dudar, s1 mon- ría fuera de la Orden un santo varón
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