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- 143 -- · padecía un terrible dolor·· de costado, que freeuentemeute lo molestaba;' y en ~ilagros que una ocasión que lo atormentaban mucho hizo. los dolores, acordóse del siervo de Dios, de quien conservaba con apreciable re- liquia en su podEr una carta escrita toda de su mano, que se la envió antes de embarcarse; y ccn viva fé, tomándola en la mano y anlicándosela al Iado'del dolor, dijo hablando con él: Amigo, pues creo que estás gozando de Dios, te pido que alcances de Su Majestad me quite este tan penosoJ accidente. Caso prodigioso! Aún no había acabado de hacer eEta deprecación, cuando se sintió sano de: todo. Llamó inmediatamente á varios religiosos, les refirió lo que aca- baba de sucederl,i, y todos creyeron que había obrado Dios aquel prodigio por los méritos de su siervo el P. Fr. José, por lo qne todos dieron á Su Majestad las debidas gracias. Este suceso lo testi- fica bajo juramento, que hace ín Verbo Sacerdotis el mismo P. Fr. Sebastián en una carta, que escribió desde Ante- quera al P. Fr. Pablo de Granada, Cro- nista que era de esta'' Provincia, la cual firmó de su· mano en Antequera en 20 'de Agosto de 1660. Otros varios casos prodigiosos se cuentan de este Venera- ble; pero los omitimos para!pasar á re.fe- rir otros acontecimientos gloriosos para Aute~ticidad la provincia que tuvi~ron lugar en la del mismo. época que vamos historiando. La memoria de este siervo de Dios fué permanente entre los religiosos de

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