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- 12 - tan igmil, que indistintamente á todas santidad de uniforme las reparte. Flores eran nues- los mismos. tros religiosos en la primera cuna de la Provincia. cuando en estos andaluces reinos les amanecía la rosada aurora de la gracia; y esta era á todos tan confor– me, que con igualdad les repartía el ro– cío de las virtudes, y así todos indistin– tame11te lo gozaban. ¡Uh tiempo feliz! ¡Oh estación dorada, etc.!» A estas palabras del V. P. [sidoro debemos agregar, para terminar este capítulo, las que escribió en carta circu– lar á los conventos de la Bética nuestro Rmo. P. general Hartmano Brixineuse después de terminada la visita y el e:a– pítulo provincial, en que despidiéndose de los religiosos andaluces, dice entre otras cosas lo que sigue: Qué herrnosn, y sin mancha fué esta Provincia en su formación! Con qué rect9 y sanla _intención fundada, dilata– da é instruída! Apareció como signo grande en el cielo de la Religión y como mujer vestida de sol, con el resplan– dor y la fama de lucidísima santidad, mereciendo ser llamada desde sus prin– cipios por excelencia La Provincia Santa. Quiera Dios que este renombre de Prm;incia Santa, adquirido con tan– ta justicia por nuestros mayores, y eou- La Proviucii:; servado con tanta gloria por los Capu– santa. chinos que nos precedieron, se perpétue entre nosotros y quede para siempre vinculado á la provincia del gran Fray Diego de Cádiz.

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