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- 134 - ~~-:s:-,:s.:..:s:-•,s:,-:s:--:s:-~-:s:--:s:- -:s.~ ron muchos años sus más frecuentes sú- se le conce,le. plicas que el Padre de las rnísericordias hacia. No consta que pidiese á Dios ser uno de los que eu tan imporbute empre– sa se empleasen; pero Dios qne quería en esta vida premiar los fervorosos an– helos de su siervo, le conceoió no sólo lo que pedía, sino tarnbiéu lo que él no imagmaba. (Id. 38). Sucedió, pues. por aquel tiempo, que el Rey del Congo en la superior Etiopía escribió a Su Santidad pidiendo que en– viase misioneros fervorosos y desintere– sados para que solicitaeen el bien de sus vasallos, que con la falta de misioneros evangélicos iban olvidando los dogwas de la fé católica. Y Su Santidad, en el año de 1643, en que se ce!tbró en Rnrna Capítulo Geueral de nuestro Orden, dis– puso fuese allá una mision de Capuchi– nos, y que ésta solicitase su embarca– ción por medio de nuestro católico mo– narca Felipe IV, nombrando por Pre– fecto al Venerable y R. P. Fray Buena– ventura de Alensano, asignándole por compañeros otros religiosos italianos y dos españoles, el P. Fr. Miguel del Sesa, sacerdote y el venerable ~10rmano Fray Francisco de Pamplona. También orde– nó que éstos pasasen luego á España á completar de religiosos españoles el mi– mero de doce que eran los que Su San– tidad enviaba. (Id. 39). . Sale misión Para cumplir con la mayor exactitud paraelCongo y brevedad el mandato del Papa, el R. P. Prefecto vino á la corte de la Ma-

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