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- 128 - ~~~.:s:,.:s:,~~:......., sin ser de éste semido, porque su Maes– Sagacidad tro siempro anduvo descalzo. El novi- del mae st ro cio, creyendo que :rndie le oía, continuó con voz baja sus clamores á Dios, pi– diendo les diese R aquellos engarrados novicios luces de ru gracia para conocer su yerro, y detestln'lo. Impúsose al ins– tante en toda la oorie de la historia el avisado Maestro, y hablándole al novi– cio la mandó que dijese qué era lo que estaba con tan enternecidas lágrimas di riendo. Obedeció al punto y le manifes– tó todo el secreto, diciendo quiénes eran y en lo que todcs estaban. Quedó el santo Maestro como puede discurrirse y le señaló que cayase y á nadie dijese que le había dado cuenta del lance. Id. 34). Venida la mafüma se fué el Maestro á la celda del sier;ro de Dios, P. Fray Agustín de Granada, Comisario Gene– ral de Andalucía, & quien comunicó to– do el lnnce como &e le había r,,ferido; mucho contristó á dicho P. Comisario el oírlo y habiendo llamado algunos Pa– (lres antiguos para conferir el caso y buscarle o! remedio, dijo el Padre Maes– tro que su dictamen era llamar á todos los novicios y que el Padre Comisario, hablando con aquellos doce, les dijese que los había llam,1clo para quitarles en presencia de todos el seráfico hábito, de bab por su mucha ::-elajación é irrdigio- Da parte so porte eran indignos; y que después, co~is!~io. hablamlo con el Maestro, le diebe una severa mprensióu diciéndole que por
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