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125 r: .:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.-~ No pudieudo el enemigo común sufrir el fervor de aquel novicio, le acometió caso con infernal safia, instándole no sólo á portentoso que por entonces dejara la oración, sino que tuviese horror á la soledad par& sa- e:arlo del retiro de lareligión. Empezó su . combatB, infundiéndole de repente un miedo tan formidable, que estuvo ya pró– ximo á desmayarse del susto; pero su vigilan:e Maestro avisado, como enton– ces se creyó, de superior impulso, se entró e:.1 la celda del novicio, y como si hub)en. estado á todo el lance respente, empezó á manifestarle que era astucia de la infernal serpiente todo cuanto le había sJbrevenido, y le mandó que se recogiese, haciéndole sobre la frente la sefial d3 la cruz, con lo cual se retiró. Quedó el novicio tan fuera de sí, al ver que su )Iaestro le hablaba con tanta cla– ridad d9 lo que por su interior pasaba, como quedó sosegado y libre de la ten– tación; formando por flsto juicio de que su Maestro era Santo. (Id. 31). Otro lance singular sucedió poco tiem-, po después. A fines del afio de 1626, te– nía nuestro Maestro á su cargo 25 novi– cios los más de ellos de las primeras fa– milias e.e Granada, Antequera, Alcalá la Real y otros pueblos de esta Andalu– cía. Receloso el Demonio de que con la doctrina de tan experto Maestro sal• drían éstos iustruídos en las virtudes, h Í h Í Otro a provee aran mue o para s y con su más notablé ejemple atraerían á la religión á otros muchos; no pudiendo su soberbia iníer-

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