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CAPÍTULO XIX De cómc 1 desempeñó el siervo de Dios su eorgo de Maestro odas las prendas que pueden concu– rrir en un individuo para ser buen Maestro y director de alma, las tuvo el su Maestría V. P. Fr. José, como lo testifica la mul- titud de varones santos que educó e ins- truyó eL la vida religiosa, los cuales se hacían lengua, publicando las virtudes de su M'lestro. El P. Pablo de Granada, que fué novicio suyo y profesó Pl1 sus manos, :tablando de su venerable Maes- tro, entre otras muchas heroicidades que refiere de él, dice que para el magisterio de novicios supo de tal suerte juntar la justicia con la misericordia, el rigor con la benignidad, la reprehensión con el ca- riño, la severidad con el halago y lo cándido de su inocencia con el celo fervoroE() de la regular disciplina, que ni permitió se quebrantase el menor es- tatuto, ni era formidable en la ejecución del castigo. Era afable, benigno, alegre, caritath·o y amigo de la paz, con un amor tan de padre pal"a todos, que todos su pmd011c1a, lo miraban comoJal; y aunque procura- ban excusarle el más leve disgusto, si

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