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ll!Yi;dlrti'~~~'·•~~~~~~~~ ·- - G,V-!X~!-•A•,J.!"-1'~\~~~,Y",-t'X§~y.:t,.,~1'~~~:WX-tx.f} CAPITULO XVIII Toma el l1ábito Capuchino v se ejer– cita en n.eróicas virtudes oco después de haber celebrado su primera Misa, enfermó y nrnriéi la madre del virtuoso varón, habiendo ella gozado á su hijo solos seis meseB en la última dignidad del sacerdocio; y des– pués d:i haberle él dado honorifica se– pulturf:, desembarazado ya de este cui– dado, solicitó con más ansias vestir nuestro ,seráfico sayal. Conociendc\ los religioFos los activos fervores de su co– razón, lo ejemphir <le su vida, los mu– chos créditos de virtuoso, y por último, su apti:ud para ln religión, lo admitie– ron en ella, con la condición de ir á Cas– tilla pF:ra pasar el noviciado, porqne aún no lo teníamos en Andalucía. U11a vez admitido, dispuso prontamente de su hacienda y de su casa y partió para Madrid, donde fné recibido por el P. Co– misario, el cual, después de examina<lo, lo envió á El Pardo, donde tomó el há– bito de manos del P. Bernardino de Va– lencia (que era Guardián) el día 19 de Marzo de lfil5, poniéndosele por nom– bre Fr. José de Antequera. Así que nuestro Fr. José se vió vesti– do con el Capuchino sayal, exclamó con el Profeta: Nunc coepi! Ahora empieza á servir t Dios, y e.orno si no le hubier& Muere su madre. 1I 1 oma el hábito capuchino

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