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- 117 - abrazar 1a religión que apetecía. A estas razoues afiadió la afligida madre muchos Ruegos de ruegos, pidiéndole con grande instancia, 6st ª· que para especialísimo consuelo suyo, pasase adelante en las sagradas órdenee que había recibido y se ordenase de sa– cerdote A esto segundo negóse resuelta- mente e:I humilde mancebo, que se juz- gaba indigno de tan alta dignidad, aña- diendo c¡ue si deseaba entrar en la Or- den de los Oupuchinos, no era con el intento de ordenarme de sacerdote, sino de permunecer, como el seráfico P. San Franci~o, siendo diacono. Mientras más se excusaba nuestro Rodrigo, huyEmdo del sacerdocio, más instaba su madre para que lo recibiese, porque como teuía tan experimentada la modeBtia, humildad, pureza y demás virtudes de su hijo, le parecía que hobía de ser buen ministro del altar, y viendo que sus razones no podían vencer su constancia, se valió del Doctor Zarzosa, (1ue á l&. sazón -era Vicario de la Iglesia de Antequera, hombre virtuoso, docto y de grEn prudencia, para que persua· diese á su hijo á que se ordenase de sa– cerdote. Hízolo así el Doctor referido, y por último, con sus eficaces palabras lo persi:¡adió y venció á que se ordenase, como 1G hizo, si bien con grandes temo– res por su parte, tanto que siempre que se ponía en el altar se extremecia y le temblaban las carnes, considerando que l O • t D" d l Se ord,eni,, e mmpo ente 10s, e cuya e:ii'.ce sa de sacerdote• .1'11ajestad tiemblan los más altos sera-

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