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-- '115 - ~.:&..:&..:&..:&..:&..:&..:&.~.:&..:&..:&..:&.~ que nuestro Rodrigo no era de la común clase de los otros ni:ños; porque preveoi- su piedad do de la gracia de Dios con bendiciones de dulzcra, como si no fuera niño, ni ju- gaba con sus iguales, ni era fácil á la ira, ni por horas se mudaba; antes bien, siempre firme, siempre constante, era manso, hum¡lde y tan retirado de sus iguales, que nunca en sus juegos se mezclaba; principios de donde inferían los que ~o trataban la gran perfección y santidad á que había de subir en ade- lante. (F'. Isid. 1184).'· Siendo ya capaz de aprender latín, le pusieron sus padres á los estudios, y aproveció tanto en ellos, qm, salió con– sumado gramático y excelentísimo filó– sofo; porque como no se divertía ni en juegos, ni en los paseos, ni entreteni– mientos en que suelen ocuparse los es– tudiantes, aprovechó tanto en el estudio, que salió perfectísimo en todo. Como su inclinación fué siempre á la Iglesia y ésta la h,nía tan conocida, sus padres, aunque era el único varón que tenían, no se atrevi8ron á oponerse á su inclina– cion, sino que determinaron ayudarle en ella, para lo cual fundaron de~ cau– dal una capellanía; con ella, habiendo -ya recibido las órdenes menores, se or– denó de subdiácono, contentísimo por verse libre de los riesgos del mundo, pues conocía que por el orden sacro que había recibidc, debía vacar sólo á Dios y negar- Sus estt1dios se á todo lo que era gusto, deleite y en– treteuimiento del mnndo. (Id. 1185).

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