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-9- ba entonces con sandalias, (que después de mcchos años se introdujeronj sino Su mortifica· siempre descalzos, lo cual se observó cación. con tanto rigor, que muchos á:ños des- pués da erigida la Provincia se dió defi– nitoria~mente un decreto por el cual se mandal>a, que si á alguno de los religio- sos qUE, con certificación de los médicos, por ser muy preciso para la conserva- ción de su salud, había obtenido del definitorio licencia para traer san da- lias, se le ofrecía alguna justfl causa pa- ra salir á la calle, en manera alguna pu- diera i:::' acompañado de otro religioso que tuviere la misma licencia, sino que precisa::nente á lo menos uno de los dos había de ir descalzo. No salían á la calle, sino era á solicitar las limosnas pnra el sustenb cuotidiano, ó para emple,nse en alguna obra d2 caridad en bien de las al- mas de los fieles. De aquí se seguía la to- tal absb·acción del mundo con la que vivían entregados á la oración y com - templación; y como esta es la clase don- de se aprende á amar y temer á Dios, y la fragca donde se enciende 01 corazón er:. el fuego de la perfecta caridad, abra- sados aquellos religiosos pechos en tan vivífica llama, obraban tantas maravi- llas que, si entonces por comunes no lla- maban la atención ele los nuestros, para con individualidad escribirlas; ahora, si _ Sn recogi– las viéramos practicar á alguno, nos miento. asombrarían. Florecía tanto en los nuestros el des– precio :lel mundo 1 el amor á la virtud, 3
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