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-107- ~":@.@.@.@.@.@.@.@.@.@.~.:S.-~ piar, se infiere que fué mucha y muy ex- celente su saotidad. Su santidad Lo que hallamos escrito acerca de las virtudes heróicas de este insigne religio– so, es que fué de una ard~ntísima cari– dad con los enfermos y con los pobres. Lo primero lo manifestó con mayor evi– dencia en el afio de 1637, cuando Málaga se vió afligida con una cruelísima peste, en cuya asistencia sacrificaron sus vidas en aras de la caridad fraterna veinte reli– giosos nuestros, como dejamos dicho en el libro anterior. Llegaron las noticias del desconsuelo en que aquella Comuni– dad se hallaba, no tanto por el falleci– miento de los religiosos, cuanto por la notable falta que hacían para las asis– tencias de los hospitales y de los demás enfermos del pueblo. Llevó este mensaje al convento de Antequera un religioso que vino de Málaga ocultamente, y lue– go que llegó á saberlo nuestro Fr. Este– ban, se ofreció varonilmente á partir pa– ra Málaga en busca del martirio. Postró– se á los pies de su Padre Guardián y con tiernas lágrimas le pidió que no atendie– se á su tibieza y poca religiosidad, pues, aunque estas circunstancias lo hacían indigno de tan alto empleo, mir.;.ndolo de otro mod0 debían por las mismas ra– zones enviarlo, para que el trabajo y el miedo del peligro en que se hallase lo im• peliera al cumplimiento de sus obliga- Desea ciones religiosas. Fué tanto el fervor y el martirio lágrimas con que hizo la súplfoa, que en- ternecido el Prelado y todos los circuns- ·
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