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- 3-12 - ~&.-S:.:S:.:.S.-:S:-&..:.S.-:S:-'5':-.:S:&.&.'-3 la caridad, pidiero:1 ser los primel'os eu caridad cie losexpouer su vida por la salvación de los Capuchinos. pobres apestados. Lloraban emociona- dos el Sr. Obispo y el Corregidor, que presenciaron aquella escena, y 4uedaron conformes en el <lía q ne se había de inaugurar el hospital y en la tieuda de campaña pue había de servir de capilla en él. En tanto que llegaba el día, nuestros religiosos se disputaban el derecho de ser cada cual el primero en ir al servicio de los apestados, aspirando á la palma del martirio de la caridad, que no os me– nos meritorio que el martirio de la fé, y tantas razones alegaba cada uno para anticiparse á los otros, que el P. Guar– dián los echó públicamente á suerte, y esta designó los tres primeros que habían de ir, los cuales parece que fuer'Jn el P. Pedro de Antequera, Fr. Antonio de Pedrera, corista, y Fr. Alonso de Gua– dix, lego. Llegada la hora de partir al lazareto, reunióse la comunidad, y lm1 tres religio– sos se despidieron de ella, pidiendo la bendición al Superior y abrazando á ca– da uno, como si se despidieran para la eternidad. Repartieron las cosillas que tenían á su uso entre sus hermanos y pi– dieron de rodillas que los encomenda- Espectáculo ran ni Señor, cuando supieran que caían edificante. heridos de la peste. para que el mal les sirviera de purgatorio en vida y volaran derechos al cielo. Era un espectáculo dig– no de las Catacumbas y de los primeros

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