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- 331 - cuya d,wociól1 al Seráfico P. S. Francis- co LO es posible expresar con palabrás,Deseanlabrar• P orque fué ta1 O'rf1I1cle que casi ig·unló nos Convento , t:, ' en Cabra. á la de aqnelw. noble matrona romana, dofi:1 J acoba de Siete Sójos, (de quien s.e hace 1rnmción en las Crónicas antignmi). Llevado de su devoción, determinó este nob::Jísjno rr.atrirnonio erigir un con– vento á los Lijos del Serafín humano. Frnncisco de Asís; pero la misma devo– ción y deseo de agradar al Sanb los de tenía, porque no sabian á qué hijos de San Francisco darlo. Con esta perpleji– dad estuviero1 algunos días, hasta que por último SB d'3terminaron á que la suerte lo decidiera. Escribieron pues, va– rias cédulas c)n d nombre de las dife– rentes familias CJJ que estaba dividida entonces la p::-imern Orden sertfica; las echaron á suerte y salió por primc'ra vez la que decia: Gap;ichinos. Alegróse mu– ch0 :il Conde, y queriendo otra vez ex– perimentar aquelL':l suerte, volvió á echar las CBdulas y "7olvió segunda vez á salir la qt:e decía Capu-chinos. Hizolo tercera vez y volvió á salir la misma cédula, con lo c;ue se persuadió de que era vo– luntad' de Dio.:,, que la fundación se die– se á los Capuchinos. rrrató esta uateria con el P. Fr. Félix de Granada, que ya por haber fallecido· y pasado á m6jor vida el P. Fr. Agustín, era Comisario o-enAral de la Custodia •d Lo ac~pta_ 01 :::, 1 v , t P. Co1u1Sano. cual le :ué acc-eptfoima la propuesta, por lo m:1cho que el asunto le interesaba; y así alcanzadas las licencias precisas y

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