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- 328 - ~.:s:-.:s:-.:s:-.:s:-.:s:-.:s:-.:s:-.:s:-.:s:-~ ble de su persona, le hacían gran acata- Suhnmildad. miento y reverencia; entouces el humil– de varón, sintieudo aquella honra con que lo veneraban, les decía que él era recien profeso, y que no le débían hacer cortesía alguna, por ser muy nuevo en la religión, y que antes debían despre– ciarlo por haber salido tan tarde del si– glo, á donde había pasado los días todos de su vida. Cuando llegaba á hablarle algún religioso, al punto se ponía de ro– dillas, g·,::ird:mclo siempre. esta hmnilde ceremonia que se le había enseñado, siendo novicio. A este\ evangélica humil– dad llegaba una ansia grande de hacer más penitencias que las que hacía cuan- Suausteridad do era novicio. y aún m:is que las que ejecutaba todn la -Comunidad y algunos religiosos mu_y austeros y penitente:,,. Con este dei:eo emprendía rigurosísimos ayu- 11os, sangrientas disciplinas, ásperos ci– licios y otras muchüs austeridades, tan– to que era prc.,ciso que el prelado se las mitigase, porque no ncabasa de una vez con su anciano cuerpo, á quien él mira– ba como enemigo. Viendo el padre Comisario general, lo digno de su persona, lo venerable de su ancianidad, lo ejemplar de su vida y lo austero de su mortificación, lo puso de :familia en la nueva fum1ación de Ecija, para qee nllí, eomo flor trasplantadn, lle– nase aquella Ciudad c1el fragante olor de sus eJ· etni)!nr,cs Yirtudes. Lleg·ó nuestro Va á Ecija. t Fr. Juan á Ecija, p(,ro poco estuvo en ella, porque habiendo trabajado fielmente en

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