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Su fervor, 32G nuestro Fray Juan en estas ocasiones entre muchos jóvenes de espíritu fervo– roso y 110 había para él gusto mayor, que ver, entre los fervores <le aquella juven– tud, mortificada su venerable ancianidad. El hacer la disciplina, comer <le rodillas en el suelo del refedorio y los otros ejer– cicios de penitencia que manda el maes– tro á los novicios, eran para Fray Juan la recreación más gustosa. Y al mismo paso era para toda la Comunidad de sin– gular edificación ver á un varón tan pru– dente y condrcorado, ser entre los jóve– nes mortificado, adelantándose tanto sus fervores que avéntajaba á todos, no sólo en los deseos de padecer, sino también en la ejecución del sufrir. Era tanta su lrnmilc1a•\ y tan bajo el coucepto que h:nía de si mismo, que se reputaba por el menor de todos y se juz– gaba-siempre por indignísimo del será– fico sayal que vestía. Nunctt en la peni– tencia a:1mitió remisión alguna, antes sí, anhelando por más y más, parecía se– diento de mortificación; pues aunque su mucha edad le daba licencia para que en ellas mitigase los rigores, él, sin ad– mitir esta licencia, era en la austeridad tan constant8, que aventajaba á los más robustos y era de admiración á los más jóvenes y sanos. El caminante que sale tarde de la po– sus deseos ele sada y lleva delante sus compañeros, se perfección, dá gran prisa á caminar para llegar á igualar con ellos y así llegar juntos al término de su viaje, y cuanto más se ha

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