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- 323 - ral. Con esta vislu 111 bre de espera:1za que le dió· el P. Guardián, Sfl quietó un poco Le dan espe• el santo viejo, aunque era tan encendido ranza, el deseo que tenía do verse con el será- fico capuchino sayal, que las horas lepa- recían afios y los instantes los juzgaba días. Llegó por último al Convento de Ar– dale::: el P. Comisario, que lo era enton– ces el V. P. Fr. Agustín de Granada. Propúsole el Padre Gmuclián les dPseos é ins~ancias del venerable sacerdoteJuan Gómez de Padilla, hnblóle también él mismo, y considernndo el P. Comisario entrE- las cenicientfü, pavesas de sus apre– ciabhs canas, las 011cer1Jidas centellas del bogo de amor de Dios y deseos de la perkcrión que ardían en su pechQ, lo Lo ª!11:'iten al d .. ,. á] 1 ] • , , A Noviciado, a m1tlu · a ornen y o env10 a nteque- . ra, en donde tomó nuestro snnto hü bito, siendo de edad de sesenta y un nfíos, el día L º de Enero del año del Serior de 1630, siendo maestro de1 novicios el ejeruplar y penitente varón Fray José de Antequera, el cu~! le dejó el mismo nom- bre e.e Juan, que antes tenía. Así que se supo eu Arda les y en toda su comarca la recepción de Fray Juan, causó edificación grande en todos, espe– cialmente en A rdales, donde al ver con el hi,b:to lá persona que ellos te:1Ían en más estimación y que más veneraban, conocieron el grande aprecio y estima– ción que debían tener al hábito, que el a 1 h b ' • d Edifica su ro- mayor e os suyos a ia aprecia o tan- soluoión, to, que por especialísima honra se lo ha-

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