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- 322 - 6""':-,:s:,:s:..:s:-,s:,,s:,,s:,,s:,,s:,~,s:,,s:,-.3 crucificado, pero no le era posible ~apar- Es admitido, tarlo de sí; hasta que un día, tomando la patente que tenía de los PP. Observantes, fué á buscar al P. Guardián de los Capu– chinos, y puesto en su presencia le dijo con mucha ternura de su corazón estas sentidísimas palabras. Padre,yo he pre– tendido vuestro hábito mucho tiempo, y viendo que estáis constante en desechar– me, me he ido á la Observancia, porque también es religión de mi P, San Fran– cisco, á quien deseo imitar; pero llevo gran dolor en mi corazón, poi' ver frus– trada mi vocación, que ha sido de Capu– chino. rrodavía os vuelvo á suplicar lo miréis mejor y no me desechéis por vie– jo, que Dios que me llama, me dará fuerzas para seguir vuestra vida peni - tente. Ya he dispuesto de mi casa y ha– cienda y huyo del siglo, Esta es la pa– tente del P. Provincial de la Observan– cia, para que me vistan en la Recolección. No pud.o proseguir ensu razonamiento el venernble anciano, porque anegado en lágrimas el llanto le ahogaba la voz, Pasmóse el padre Guardián de tan ex– traño frrvor y de la resolución que habfa tomado, y considerando las mu– chas veces que había pedido el san– to hábito, los arrlientes fervores con que había perseverado en su instancia y Ja· gran edificación que se hctbía de seguir en toch aquella comarca, le respondió Hab!a oor,i cnrifínso, dándole algulla esperanza y pi- vez lt los Ca- d' , 1 l l • l ll puchinos, rnnno e se e etuvrnse rnsta que egase á aquei Convento el P, Comisario gene-

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