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- 296 - tó, jamás se le notó ni una palabra. ni su moclestfo. un ademán, ni la acción más leve, que tuvies0 el menor rEsahio de impureza; antes ~i, el Espíritu de Dios había llena– do tanto su corazón y alma, que así en lo interior como en lo exterior todo era nu– reza, todo limpieza y todo castidad. L A esta virtud de la cnstirlsr1 llegaba el siervo de Dios otra, que en cierto modo es como precisa para conservar aquella. Esta era el retiro y abstracción de todo comercin con el mundo, amando en todo la soledad. Lleyado de este umor al reti– ro nunca <pliso admitir la Guardianía :.;t 1 ~ 0 ~ 0 r ª 1 de Machid, en que podían lnefr tanto sus excelentísimas pronda::1. Admitió sólo la de Alcalá de 1-fonarE:s, por tener mayor refüo, y la de Toledo, por estar el Con– vento situado en la soledad de la ribera del Tajo, conociendo que la abstraccióu es más á propósito pnra todo género de estudios, que no el bullicioso comercio de los hombres, qrni con su tumultuante estrépito embarazan la atención para el cuidado del alma. El estudio r1e la regular disciplina y ansia por conservar en mayor lustre la seráfica refüriérn, fué grande en este vir– tuosísimo v~1ró;1. No permitía que se fal– tase ni aún á la menor ceremonia, ni á ln costumbre rnúF' leve, prncurando que 0n todo se c01:3ervase indemne ln per– fección del estado religioso, y así corre– gía hasta !o rnó.s leve, porque no se ca- s,u observan- yese en lo 1rn\::1 grave; y para alentar á c,a. sus súbditos á que caminasen gustosos

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