BCCCAP00000000000000000000606

- 293 - P. nuestro San Francisco, trayéndolo siempre delante de los. ojos dei alma,sumansedum– para arreglarse en todo á su hu'mildadbre. profundísima, y esto que á los otros aconsejaba, Jo ejecutaba en sí mismo, imitando en todo al glorio2ísimo Patriar- ca. Decíales también que nunca toma- sen, aunque se los ofreciesen, los prime- ros lugares; sii:o que siempre escogiesen para sí los últimos, como el Señor en el Evangelio lo aconseja; que por ningún accnnecimiento luvieran pleitos ·por la ar:.tigüedad, porque esta no dá excelen- cia alguna, ni el haber venido antes á la .Religión ha de ser tnotivo para querer superar al que vino después siendo cierto que, por haber •venido autes, debía ser más humilde que quien después vino, pues ha gozadc rn.áR de los bi,mcs y en- señanzas de la Relig:ón. Con estos actos de humild2.d pr0fun– dísima y con la afabilidad y religioso cariño con que tratuba á sus hermanos, se grangeaba pe.ra con ellos la primera estimación amándolo, venerándolo y apreciando sus prendas y virtud con tan– tas veras, que no había para los religio– sos ni objeto tan amado, ni sujeto que en estimación le ganase. A esta huwi!dad acompañó siempre en esto siervo de Dios la más rendida obediencia. Claro esta que había de ser obediente el que era verdaderamente hu3.1:1ilde, porque son muy hermanas es- tas dos virtudes, y siempre caminan Su obediencia juntas. Nuestro dulcísimo Salvador hizo

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz