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- 290 - ~-5:'@.@.@.~@.@.@.@..:S:-.:S:-~ que para volverlo benigno, bastaba la enmienda del defecto cometido. St1 sabiduría. Todas estas naturales prendas las ador– naba el P. Fr. Agustín con el esmalte de una clarísima ciencia que tenía. Es la ciencia muy necesaria para los que gobiernan, por lo cual Salomón en el li– bro de la Sabiduría dice á los que gobier– nan que amen la sabiduría, porque el Prelado sin sabiduría y ciencia será co– mo el Piloto ignorante, que á cada paso dará con el bagel que gobierna en el nau– fragio que ignora. El que sabe, todo lo dirige bien, conoce lo que se ha de huir y lo que se ha de apetecer, a<lvierte !ns dificultades y les previene el remedio y tiene ciertos los aciertos, aún en lo más intrincado; pero el ignorante en la difi– cultad se turba y en lo más llano tropie– za. Nuestro P. Agustín tuvo en muy alto grado la ciencia y el don de sabiduría, y así fué aptísirno para las prelacias y gobiemo de la Custodia, que tantos anos obtuvo; y como supo tanto, halla– ron en él siempre los súbditos la solu– ción de sus mayores dificultades, felici– dad, que gozaron siempre que por prelado lo merecieron. Ütl'as muchas virtudes morales y naturales prendas adornaron al P. Fr. Agustín, haci0ndolo varón exclarecido, y mucho más junt:í.n - Otras virtudesdose estas con otras virtudes, que, inme– Snyas. diattunenh.: miraban á Dios, como vere– mos en el capítulo siguiente.

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