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- 288 - ~&.&.&.&.&.&.&.&.&.&.&.&.~ ra propio, haciendo mil paternales dili– gencias, por favorecer al súbdito en el trabajo en que lo veía. Su rigor. Al tiempo que era tan sencillo, tan benigno y piadoso con el súbdito que había caído en algún defecto, si lo veía. doloroso y arrepentido, era terrible y :formidable con el que se mostraba im– penitente y contumaz. Aplicábale, co– rno el samaritano del Evangelio, el óleo de la misericordia; pero si este no basta– ba, le aplicaba el vino del rigor y peni– tenc,ia; y así remedió las herida<;;, aunque leves, de sus súbditos. Juzgo que San Gregorio pintó al P. Fr. Agustín, cuan– do dijo: Se ha de tener cuidado, que al prelado para con sus súbditos lo haga madre la piedad, y que la disciplina y corrección lo haga padre; y que en esta solícita circunspección se ha de procu– rar, que la corrección no sea rigurosa ni la piedad se.:i remisa; porque para con los súbditos han de tener los prela– dos misericordia que justamente con– suele, y disciplina que piadosamente cas– tigue. Hasta aquí San Gregorio; en cu– yas cláusulas parece que nos pinta al P. Fray Agustín, pues con él se halló disciplina, que castigaba, pero con pie– dad; y misericordia que consolaba, pero con jmticia, uniendo en uno lo sencillo y agradable con lo formidable y terri- Medio entre ble; esto último para con los protervos, est?s extre- y ac¡uello primero para con los arrepen mo.. tidos. De esta admirable unión se seguían

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