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CAPITULO L De sus virtudes, como Prelado U NA de las virtudes que más res– plandecieron en este siervo de Dios, en los muchos afios que ejerció el cargo, fué la prudeocia ..Esta virtud es tan ne- cesaria á los que gobiernan y son prela- su prudencia dos, que como enseña la experiencia no debía gobernár ni mandar el que no fue- se prudente, porque sin la prudencia el gobernador ó prelado, más que edifica- ción y provecho causará destrucción y dafío en sus súbditos. Muchos afios fué prelado el P. Fray Agustín, y en todos ellos estuvo adornado de admirable pru- dencia, la cual, conocida por los Padres de la Religión, fué causa de que por tan- to tiempo le encomendaran las prela- cías. Era su prudencia tanta, que algunas veces disimulaba el defecto, ó lo colorea- ba con la disculpa, por no sugetarlo al castigo ó por que no se siguiese turba- ción: y lo disponía de modo que ni la turbación se seguía, ni el defecto queda- ba sin enmienda, sacando y c<Jnsiguien- do su prudencia dos tan últiles efectos. Esta soberana virtud, que resplandecía c_omo la ejer- 1 . d Dº h , I citaba. en e siervo e 10s, acia que o pesa- do de la orden, lo rígido de sus precep- tos, y la puntualísima observancia de sus

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