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- 277 - c;---,~~~~~~.:s:-~~ ¿ petición del Excmo. Señor Duque de Medina Sidonia, en el cual habló tan al- Facilidad con tarnente del Santísimo Sacramento, que que lo hacía, asombrado el Duque al parn que agra- c.ecido, como fuera de sí por el alborozo, andaba entre sus vasallos, pidiendo á todos que le diesen' los parabienes de l:a ber logrado en su fiesta tal predicador, diciendo que solo por aquel sermón die- ra á los Capuchinoa muchas fundacio- 11es; y se aplicó tanto desde en·tonees á la comenzada obra del Convento de San- lúcar, que en breve tiempo la finalizó con toda felicidad, como en su lugar queda dicho. De aquel gran predicador de las ribe– ras del Jordán, San Juan Bautista, dijo Cristo nuestro bien que era antorcha que ardía y que lucía: el ardor es pade• cflr, el lucir es predicar. Ardía y lucía el Bautista, porque al tiempo mismo que predicaba á los otros, padecía en si pro– _p:o, juntando con el padecer en sí, el pre– dicar á los otros. Esto se vió en nuestro venerable Fray Agustín, porque ardía, padeciendo y lucia predicand•J, pues su predicar fué siempre acompañ.ado de un crecido padecer. Siempre que iba á pre– dicará alguna Ciudad ó Villa, iba cami– nando á pié con las grandes :c::iolestias y trabajos que este modo de caminar trae consigo. Cuando fué á predicar la cua- re ~ma á la niudad de Barcelona como Caminos que ::".i ..., ' · anduvo. dijimos arriba, llevó por compafiero al hermano Fray Martín de San Mateo, re– ligioso lego muy virtuoso, el cual depu-

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