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- 276 - ~~~~-s.-~~ levantó en ella con el glorioso renombre Les piden mu- de Apóstol de Cataluña. Siempre hubo chos. competencia entre las Ciudades más ilus– tres de España, sobre quien se lo había de llevar, para gozar de su evangélica pre– dicación el tiempo de la cuaresma; á un mismo tiempo lo solicitaban en Grana– da, en Sevilla y en otras muchas Ciuda– des de Andalucía, y admitía aquella de que esperaba más fruto, no donde cose– chaba más aplauso. No hubo en Andalu– cía el tiempo que fué Comisario general, ciudad alguna que no gozase de su doc– trina apostólica, ni hubo lugar por pe• queño que fuese que no solicitase oirlo, aunque fuese una vez sola; y el humilde predicador no lo reusaba la vez que po– día, pdrque con tauto gusto predicaba á los políticos de las Ciudades, como á los rústicos de las aldeas. A todos conside– raba criados para vecinos del Cielo y compañeros de los Angeles en la gloria, y así sin distinción procuraba con su predicación encaminarlos á todos á las felicidades de la Bienaventurama. Ajustaba sus sermones á la capacidad de los oyeutes. Para los cultos, era culto; para los sabios, sabio; para los teólogos, teólogo y para los sencillos, sencillo. Discurría admirablemente sobre cual– quier misterio y esto con facilidad tanta, que aunque el tiempo fuese corto, siem- Predica en to- pre pareció que le había sobrado mucho. das partes. Buena comprobación fué lo que le su- cedió en la ciudad de Sanlúcar de Ba– rrameda, con el sermón que improvisó

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