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- 275 - 6'--i-s:.:.si~@@.@.@.-:S..:.S.--:S:--:S:-ü iban ú oirlo, llevarlos de la curiosidad, por ver si la fama convenía, con el he- Admiración ch,) y solo con oirlo una vez, se iban pu- que causaba. blicando á voces que mls era lo que ellos iabían visto, que cuanto la fama y común voz de todos decía; y 11sí que- daban del todo convencidos los que has- ta entonces se habían mostrado incré-· dn:os, q'ue á la verdad es cosa prodigio- sísima, y que hasta ahora no la hemol!! oido de otro alguno. · De aquí se seguía el que á porfía cla-. maban todos por gozar de doctrina tan saludable. Predicó á la Yl:agestad del Rey D. Felipe tercero en su real conven– to del Pardo, y fué tanto lo que este pia– doso Monarca se aficionó á él, que lo Ila□ r.ba dBspués mi Predicador, aunque nunca quiso admitir el títul0 de predica– dor de S. M., porque eolo anhelab& á ser verdl'.dero predicador del Rey de los Cie– los, prohibiéndole su humildad el admi– tir en ia tierra título honroso alguno. Pre– dicó en los púlpitos más ir.signes de Es– pañ.a con general aceptación á todos; en Castilla, en Valencia, en Andalucía, en Cataluña, y siempre con notable aplauso. Predic6 e.a la nobilísima O:udad de Va– lencia dos· cuaresmas, todos los días de ella menos el sábado, como allá se acos– tumbra; y si en la primera fueron gran– des los concurso:;, en la segunda fueron con exceso gran' 1 disimos. En Barcelonasus cua1·osmas predicó también otra cuar·esma conti- nua, con tanto fruto y edificación de aquella antigua y noble Ciudad, que se

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