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- 267 - ~~-:.s:-:.s:-:.s:-:.s:-:.s:-:.s:-:.s:-:.s:-:.s:-:.s:u pfritu, al paso quo afligía la carne, ha- biendo antes pedido licencia al prelado, su perfeción. comulgaba todos los días, creciendo con esto tanto el deseo de aprovechar en el camino del cielo, que andaba con gran cuidado considerando en los Religiosos de la familia la virtud en que cada uno más se aventajaba, y luego la ponía en ejecución, imitándoh1 con toda la per- fección que podía. La abeja para hacer la miel, va de flor en flor tomin1do de ca- da una lo que mej0r le parece, y de esta scerte forma su dulcísimo panal; lo mis- mo hizo nuestro Fray Agustín, pues cou- siderando la perfección de las virtudes en que sobresalía cada uno de los aven- t&jados varones de aquella familia y co- piándola en sí, por su imitación salió hecho una imagen perfectísima de un varón perfecto. Vivía entonces en la familia de aquel Convento un religioso lego de gran per- fección y santidad. A este llegaba nues- tro Fray Agustín con mucha frecuencia, y con rendimiento le pedía que le dijese los ejercicios eSf)iritua!es en que se ocu- paba, para que él los imitase; y aunque el religioso lego, como perfecto que era, por la humildad se excusó en -:m princi~ pio, por último importunado de sus rue- gos le leyó en un cartapacio manuscrito que tenía, los ejercicios espirituales que hacía, y Fray Agustín los atendió con grandísimo cuidado para imitarlos, que- Imi.ta á los dando tan agradecido al religioso, que me¡ores. procuró besarle la mano como á maes-

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