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- 237 - i,-;'5:''5:-'5:-'5:'-:.S:,-:.S:,'5:''5:--:.S:,'5'-'5:''5:-~ su cadáver con tantas aparienc:as de vi- vo, que no parecía muerto. Su c::1rne que, su cafü.ver. cuando vivo, á fuerr.a de austeridades, ayunos y penitencias 8staba pálida y denegrida, quedó tan suave, bl~nca, son- rosada y flexible, que puso á todos en · admiración, conservándose con las mis- mas sefiales hasta que se le dié sepultu- rn en el Convento de Ecija, donde que- dó vfva la fama común de su santidad. Mucho sé sintió en la provinaia toda, dentro y fuera de los claustrc:s la falta de un sugeto, que no solo fué lustre de nusstra Capuchina Reforma y gloria de · su p[l.tria, sino también alegría honra y corona de su familia y casa. La. estima– ción en que se le tuvo hizo que se conser– vase su nombre, en otro religioso seme– jante á él en la calidad, porque don Pe– dro de Mancha y Hontivero, hijo de do::i Agustín de Mancha Ve:a.zco y de do5.a Elvira de Hontivero y Góngora, progenitores de los Marqueses del Vado, vecinos dé Antequera,•siendo ya de 16 afi-)s, pretendió con mucha eficacia nues– tro seráfico hábito, y habien¿,:, sido ad– mitido al noviciado el 19 de fü,ptiembre de~ mismo afio de 1633, el V. P. Fray Ar:tonio de Jiinena, Guardiár_ que era de nquel noviciado, le vistió D\lestro há– bito y lo agregó al número de los Novi– cios del Coro con el nombre de Fray Agustín de Antequera segundo. De los cuadros antiguos reproduciremos el re– trato del Padre Fray Agustín, :iue se in– sertará en el Apéndice.

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