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- 228 - súplica, pero él, más endurecido que las piedras, le negó como la vez primera lo Eficacia de susque humilde le pedía. (Id 970). palabras. Suele la pérseverancia conseguir lo que se tiene por dificultoso ó por impo– sible, y por e8o perseveró el P. Fray Se– vero en pedirle tí. don J nan tercera vez la licencia para proseguir la obra; pero en el lance presente si la consiguió no fné precisamente por su perseverancia, sino por la virtud divina que supo ablandar la dureza de aquel corazón em– pedernido. Prevínose el P. Fr. Severo con la oración, arma poderosa para tirar por tierra los más fuertes castillos; fué tercera vez tí. verá D. Juan, quien lo re– cibió con el desagrado y seriedad que en las o1iras ocasiones antecedentes. Sufrió– lo con paciencia el veuerable varón y habiéndolo cortesanamente saludado, le– vantando la voz con imperio y libertad, le dijo así: Yo vengo tercera vez de par– te de Dios y de mi P. S Francisco á pe– dir la licencia que solicito. Y digo que vendrá tiempo en que vuestra merced y sus hijos hayan me11ester el Convento. Furioso don Juan al oir estas palabras por parecerle que se le amenazaba de que en adelante él y sus hijos pedirían li– mosna, sumamente airado le volvió las espaldas á nuestro Venvrable y fsin darle más respuesta, se le ausentó de la vista. Mudanza de Más ¡oh providencia divina! á breve rato don Juan volviendo en sí, corno quien despierta de un profundo letargo, empezó a pon– derar las palabrns del varón de Dios y

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