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- 227 - fia~ado el sitio; y tanto lo cegó la ira, que reprehendió asperísimamente á los ofi- Los amenaza. ciales que trabajaban, y con -vilipendio les hizo cesar en lo comenzado. Trató con mucha aspereza á los Religiosos, les · prohibió severamente que prosiguiesen la fábrica del Convento, y de~ándoles á todos muy desazonados, se ausentó, ame- nazando con que se habían de acordar de él. (Id. 968. . El Superior c.e los Religiosos funda– dor6s de aquel Convento era el V. Pa– dre Fr. Severo de Lucena, varón Apostó– lico, lleno de excelenlísimas i:irtudes y dotado de toda discreción y prudencia. Llevó este golpe con mucha paciencia, fuese á los regidores que por parte de la Ciudad habían señalado el sitio, refirió– leslo que pasaba, y ellos conociendo que don Juan te:1ía razón, pues era yerro el haber tomad.o aquellas varas de terreno, sin ser propio de la Ciudad, le aconseja– ron que procurase con don Juan, diese licencia pam que la obra prosiguiese. 'l'omó esta reso~ución el P. Fray Severo, fu¿ á visitar á don Juan, híz,)le la pi:o– puesta, y él, co~érico y enojado, rechar.ó la propuesta del P. Fr. Severo, despi– diéndolo desabridísimo y negándole la petición que le hacía. Llevó el P. Fray Severo este desaire con siugularísima paciencia, como quien estaba en ella tan ejercitado y para tem,r más que ofrecerle á Dios con el vencimiento y sacrificio El v. P. Seve- d , . l . , d ro le habla e s1 mismo, vo v1ó aespués segun a vez á ver á D. Juan y hacerle la misma

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