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~~~~~~~~~~~~~~ @@@@@@@@@@@@@@ ¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\¿¡\ CAPITULO XXXVI Prodigios que se ol)raron en este Siervo de Dios, ó por su medio, antes u después de su muerte !VIENDO en el convenLo de Valen– cia, sucedió un día que fatigado de haber estado mucho tiempo cavando y cultivando la huerta, para ayudar en esto al hortelano, se puso á descansar arrimado á una pared de la mísma huer– ta; y para que, al tiempo que tomaba aquel corto alivio el cuerpo, no careciese de mérito su alma, t0mó el rosario y em– pezó á rezar la corona de María Santísi– ma Sefiora Nllf\Stra. A breve rato de es– tar rezando, oyó el P: Miguel una voz bastante clara y alta que le decía: Quíta– te de ahí! No hizo caso, porque imaginó que sería la voz de algún niño que juga– ba en el camino inmediato. Oyó la mis– ma voz que le decía con imperio, segun– da y tercera vez: Quítate de ahí!, y sos- Aviso del eie1 0 pechando que aquel mandato encerraba algún misterio, se apartó un poco d,i la pared. ¡Caso portentoso! Apenas nuestro Fr. Miguel se retiró del sitio 1 cuando re-

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