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- 191 - c;-~.:s-:<&.:S:-.:S:<S-:-S:-S:-.:S:-S:-.:.S-:-.:S:-.:S:-:.....!l no y de tan buena calidad como decían,. no ::¡uería vestirlo, -:)Orno hacer cosa al• Rechaza un gu:ia en que desag:adare á la santa po-hábito nuevo. · breza. Y aquél año se quedó con el hábi- to viejo y nto que tenia, el cual era como un andrajo, y tal que por no poder traer- lo ?nesto más tiempo le fué preciso po- nerse otro viejo. (P. Isid.) Su amor á Dios era tan fir:o, que an– daba continuamente en su diYina presen– cia. y como tenía siempre presente á Dios, le paree.fa que siempre le estaba mandando el exacto cumplimiento de sus obligaciones; de donde resultaba que nunca halló repugnancia para cum– plir aún co·1 los deteres más dificultosos; au:es sí, poseido siempre de aquella viva y poderosa llama :::¡ue todo lo qae toca, purifica y enciende, le parecieron siem· pre suaves todos los preceptos de nuestra serificft regla, y como tales por el amor del Señor c1ue tenía presente :os cumplía con alegría, suavidad y júbilo de suena– morado co:azón. Del amor de Dios na– cía en J!·r. Miguel un vivísimo y eficaz deseo de p:=ideoer mucho por su amado, y r.s{ eran sus pen:tencias austerísimas; las disciplinas además de rigurosas eran dio.rías; los cilicios fuertes; la abstinen– c:a mucha; las vigilias largaE, y por úl– tirr.o todo :i su amado se· sacrificaba en e~ tÜtar de la mortificación, haciéndo8e vivo holocausto de la mayor penitencia,s 11 penitencia. sa·:)ía muy bien que el amor se prueba con obras, y así h,s de Fray Miguel en su austeridad eran pruebas eficaces del

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