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- 190 - No perdía advertidamente un instan– Sus piadnsas te de tiempo, porque decía que era pér– ocupaciOllOS, dida irremediable, y así vigilante lo em– pleaba ó en obras de caridad con los pró– jimos ó en lecciones espirituales ó en trabajos de manos; y en estos ejercicios santos distribuía el tiempo que le sobra– ba, después de haber cumplido con los ministerios de @u ejercicio y estado. (Id. 159.) Amaba la pobreza seráfica como á ma– dre suya y evitaba con gran cuidado to– do lo que podía ofenderla. Tenía vista como de lince para conocer las faltas contra esta Yirtud y así llegaba á ver y calificar por defecto contra la pobreza, lo que otros menos avisados no cono– cían. No sólo cek,ba la santa pobreza en las cosas de la comunidad y en los de– más, como hacen much0s, sino que más rigurosamente las celaba en sí mismo, como pocos hacen; era el primero y más estrecho en celarlas en sí, para poder con más eficacia celarlas en los otros, con lo cual conseguía en sus súbditos y hermanos utilísimos efectos. Siendo Guar dián en Sevilla, le fué preciso hacer un hábito nuevo, y antes de ponérselo, un Religioso alabó el sayal de que se había hecho, de bueno y bien tejido. Esta ala- su amor á la banza del sayal le dió tal golpe al pobrí– pobreza. simo varón, celador de la santa pobreza, que no quiso ponérselo ni lo puéiieron conseguir con él los Heligioso'3, por más instancias que le hicieron, respondiendo á todos, que si aquel sayal era tan bue-

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