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- 164 - dad, ocasión que les era de mucha pena– su distancia. lidad á los religiosos, porque los enfer- de la ciudad. mos padecían demasiado en sus acci– dentes por falta de Médico y Cirujano, á quien es In distancia del sitio les era de embarazo para la puntual asistencia. Los limosneros se fatigaban mucho, cuando venían á la Ciudad á pedir la cuotidia– na limosna, sufriendo ya los ardores del sol en el estío, ya la lluvia y el frío en el invierno. La Comunidad también era molestada, cuando iba á las procesiones, pues en lo dilatado de la distancia expe– rimentaban muchas penalidades. De esta suerte pasaron los religiosos desazonados por lo apartado del sitio, hasta el afio de 1638, en que vino por visitador General á la Custodia el P. Fray Luís de Zaragoza, quien lleva– do de los clamores continuos de los reli– giosos, determinó mudar rl Convento á otro sitio mejor dentro de la Ciudad. Consultóse al Cabildo, el cual convino en la mutación, y aún los religiosos que en semejantes casos suelen opornerse á todo trance, dieron por escrito sus pare– ceres, conviniendo todos en el tráusito. Con 1ste buen principio se escribió al Sefíor Cardenal D. Gaspar de Borja y Velasco, Arzobispo de Sevilla, residente en Madrid, alegando las justisimas cau– sas que había para la mutación, las cua- Se trasladan les examinadas por su Eminencia, con– á ésta cedió benigno la licencia que se le pe– día, por el mes de Junio del referido afio de 1638; con la cual se mudó el Conven-

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