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- 158 - la tierra que, aunque trajese abiertos los ojos, no las miraba; con lo cual con– siguió que no le perturbasen, si las veía. S . . Este y otros triunfos supo conseguir u abstmeuc1ad . . I l . e sus tres enemigos cap1ta es, con a n- gurosísima penitenci::i con que macera- ba y afligía á su cuerpo. Ayunó las cua– resmas todas que N. S. P. P. S. ]francis– co acostumbraba ayunar, ó por mejor decir, fué su vida un continuado ayuno, siendo tan corto el alimento que toma– ba, que apenas era bastante para con– servar la viéla. Con estos ejercicios Santos, que en él fueron continuos, consiguió tan alto gra– do de Castidad, que su virginal pureza Su castidad. se asemejaba á la de los celestiales espí– ritus; cuanto más apartaba sns afectos de las cosas de la tierra, tanto más los fi– jaba en las del cielo, uniéndose á Dios y ardiendo en el fuego de sus divinos amores. De este amoroso volcán fué efecto el anhelo con que siempre deseó emplearse en el Apostolico ministerio de la predi– cación entre infieles. Había oido decir á nuestros misioneros de América que. eran muchos los indios que habitaban aque– llas occidentales regiones sin conocer á Dios ni saber que había más vida que la presente; y que esta la tenían tan des- Pid!' ~r á con-graciada que, como c-1i fueran brutos, an- vertirmfieles. daban á manadas por aquellos campos sin domieilio ni habitación, perdiéndose de esta suerte muchas almas por no ha– ber ministros evangélicos que las traye-

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